LAVOZDELSILENCIO
LA VOZ DEL SILENCIO
Ópera en un acto y diez escenas.
Libreto de Leónidas Barrera Oro y música de Mario Perusso.
LA VOZ DEL SILENCIO
El compositor Mario Perusso se manifiesta como ferviente admirador del teatro lírico. Esta singular experiencia se remonta a los años transcurridos como integrante del coro de niños del Teatro Colón. Sus actividades lo han llevado últimamente a la dirección de óperas y como creador se ha consagrado desde 1965 a la realización musical de La Voz del Silencio, ópera escrita sobre la base de un libreto preparado especialmente por Leónidas Barrera Oro, obra que el Teatro Colón presentó en calidad de estreno absoluto el 23 de Noviembre de 1969. Se trata de un acto único donde se suceden, sin interrupción, diez escenas a través de contrastes y oposiciones de dramáticas secuencias. El libro expone distintas situaciones que ocurren simultáneamente en planos de lugar y tiempo diferentes. Existe un juego de tiempo-espacio (en la obra no se especifica lugar de acción ni época alguna) y las situaciones dramáticas alternan entre lo real y lo irreal, desarrollándose en algunos momentos tan sólo en la mente de los personajes.
El propio compositor nos adelanta que “Existen un Hombre y una Mujer, una Desconocida, un Joven, Contestari, personaje enigmático, un Visitante, y dos figuras fantásticas y absurdas : Agor ( mal metafísico) y Ludel ( mal cotidiano), los únicos que responden a un nombre determinado. Es el hombre mismo y su lucha para salvarse, para rescatarse del caos; es cualquier hombre, cada hombre, cada grupo de hombres, hasta comprender la Humanidad entera. De esta cierta aleatoriedad, dada por el libreto, cada espectador podrá inclusive sacar sus propias conclusiones”
EL LIBRETO
Leónidas Barrera Oro nació en Buenos Aires en 1932. En 1965 inició la redacción del libreto para la ópera La Voz del silencio, destinado al compositor Mario Perusso con quien ha trabajado desde entonces en estrecha y constante colaboración. Refiriéndose a los conceptos generales que alientan en éste su primer trabajo concebido para la escena lírica dice: “ En esta obra tratamos de reflejar el drama del ser humano ante una catástrofe universal, poniendo de manifiesto que por más trágicos que sean los acontecimientos, al final predominará esa esencia singular. El mañana es de esperanza. Los personajes deben actuar en el espectador como figuras de identificación. Hay una idea de caos, una idea de cierta fatalidad de todo destino humano, una o dos acerca de la impotencia de la significación de la palabra y el poder que tiene a pesar de eso, de crear una corriente subterránea de impresiones, de analogías o de correspondencias”.
“Las distintas escenas de la obra serán para el oyente como láminas de un “test” proyectivo, cuyo contenido cada uno deberá completar.
El Hombre, la Mujer, el Joven, la Desconocida, son víctimas y testigos más que actores de los acontecimientos que les suceden. Agor, Ludel y el Visitante son personajes enigmáticos, pero fácilmente identificables. Contestari es el visionario, el que sabe que a un período de caos y oscuridad sigue otro de renacimiento”.
“La obra trata de revelar el mundo de las pesadillas y los sueños sin dejar de lado la esencia, el sentido. Existe un concepto general metafísico, que se pone de manifiesto en el coro final de la esperanza que se refiere a los ríos de agua de vida, anunciado por las Escrituras”.
LA MÚSICA
Mario Perusso ha encarado la partitura para La voz del Silencio partiendo de un punto básico de esencia netamente dramática y teatral. La estructura de la acción con prescindencia de toda forma tradicional. El compositor crea secuencias musicales que se relacionan directamente con las escenas o situaciones de la obra. Cada una de ellas está vinculada entre sí por cadencias combinadas, es decir cadencias realizadas por distintos instrumentos simultáneamente. El músico las utiliza en reemplazo de los recitativos. No se puede hablar de tal o cual procedimiento determinado ya que Perusso emplea técnicas diversas. En algunos momentos logra efectos semejantes a los obtenidos en los dominios de la música electrónica pero siempre por medio del coro o de la orquesta. Tampoco existe ningún tipo de organización serial. El lenguaje es atonal libre, donde prevalece el total cromático y la multiplicidad de líneas, bandas de frecuencias combinadas, muy controladas, y columnas sonoras móviles y estáticas, todo esto en elaborada micropolifonía. La escritura es tradicional con elementos de aleatoriedad y grafismos propios de los nuevos recursos sonoros. Se observan, además, recursos propios del gregoriano, y procedimientos polifónicos tales como el cánon y el “fugato”.
Asimismo maneja ciertos motivos conductores, generalmente para dar color ambiental a determinados efectos y situaciones. En la partitura existe una gran libertad rítmica, particularmente en el tratamiento de los momentos corales. En el aspecto vocal, Perusso utiliza todas las posibilidades expresivas desde el canto normal, muy predominante, hasta los efectos más variados tales como gritos, murmullos, silbidos, etc.
La orquesta está integrada por tres flautas ( dos piccoli y una flauta contralto), tres oboes (un corno inglés y un oboe d’amore), tres clarinetes ( un clarinete piccolo en mi bemol), un clarinete bajo, tres fagotes, cuatro trompas, cuatro trompetas, cuatro trombones, timbales, numerosa percusión integrada por vibráfono, xilófono, celesta, glockenspiel, marimba, accesorios y doce campanas, y la cuerda completa, casi siempre muy dividida.
La orquesta crea constantemente la atmósfera que surge de las situaciones escénicas, dialoga con los personajes, sostiene generalmente su discurso, oponiéndose a veces a cuanto sucede en el escenario, es decir que subraya o sugiere una especie de “ juego de la verdad” en contraposición con las secuencias escénicas, de tal forma que si los personajes mienten la orquesta responde en el sentido auténtico de la situación, en un constante despliegue de contrastes y oposiciones.
JUAN ANDRES SALA
ARGUMENTO
Una mujer y un hombre dialogan. El terrible flagelo del hambre ha sumido a toda una comarca en un caos devastador. El pueblo, degradado en su ser, en su espíritu y en su cuerpo, se ve transformado y disminuido. La mujer espera un hijo cuyo futuro tortura su mente.
El Hombre y la Mujer son buscados por el Joven quien al encontrarlos allí les revela su desesperación y la del pueblo sublevado por infinita angustia.
Cuenta como un padre, enceguecido por el hambre, buscaba a tientas a sus hijos, agregando, asimismo, que quien oculte alimentos será castigado con pena de muerte...En la mente del Hombre ( paréntesis de tiempo y espacio) se produce una visión de espanto.
Aparecen Agor y Ludel, dos personajes fantásticos y absurdos. Sus sentimientos negativos o malignos juegan indiferentemente con las situaciones. Anuncian males y desdichas y presagian el futuro.
Estos inquietantes personajes desaparecen y la acción vuelve al plano de la realidad. La Mujer está decidida a alejarse: “Partiré hacia la soledad...Pasaré el día, también la noche...todo será triste y silencioso”. Sorpresivamente entra la Desconocida, sumamente nerviosa y agitada. El Hombre y la Mujer, en actitud de sospecha y crueldad, la interrogan anhelantes y al descubrir que oculta algunos alimentos se los arrebatan bruscamente saciando a medias el hambre atroz que los acosa. El Hombre y la mujer se alejan advirtiendo antes al Joven que se ocupe de la Desconocida: “Encárgate de ella. Que no nos siga”.
Un sentimiento de piedad y de simpatía recíproca acerca a los jóvenes. El encuentro y la soledad de la noche se convierten pronto en amor, aislándolos por un momento de la alucinante atmósfera que los agobia. El Joven y la Desconocida se confunden en apasionado abrazo.
Sarcásticas carcajadas de Agor y Ludel frustran el éxtasis amoroso. A ellas se suman el eco de la muchedumbre hambrienta que se ha sublevado por la desesperación.
El pánico y el dolor invaden el lugar. Agor y Ludel, desde lo alto, observan la escena mientras comen. Poco a poco renace la calma. Entre el bullicio y la confusión el Joven desaparece. La Desconocida queda sola.
Llega el Visitante, un extraño personaje, que interroga a la Desconocida inquiriendo el motivo de su presencia en aquél lugar. La joven intenta huir pero el Visitante le cierra el paso diciéndole que debe acompañarlo... Reaparecen Agor y Ludel y continúan el interrumpido diálogo: “Escuchad la antigua voz... Fue fundida hace mil años. La hiedra la cubre, y en la noche invernal pareció que su sombra caminaba...”
La Mujer y el Hombre, ayudados por Contestari -un personaje enigmático- han decidido abandonar la región. Contestari les dice que antes es necesario cruzar las fronteras interiores de las propias mentes...”Si no cambiamos dentro de nosotros mismos nada cambiará... Es inútil huir...” La Mujer atormentada por el incierto mañana de su hijo, exhorta al Hombre a la huída.
Luego de desesperada marcha, de extensa e infructuosa carrera, el Hombre y la Mujer caen extenuados en el lugar, de donde no se han movido.
La muchedumbre invade la escena, disponiéndose como un gran tribunal. El Hombre y la Mujer son acusados y procesados por querer huir. Sólo Contestari se atreve a intentar su defensa, pero su actitud es interrumpida con demostraciones hostiles. La Mujer, en un gesto de rebeldía, increpa duramente al tribunal que la escucha entre sorprendido e indiferente. Todos son condenados.
Agor y Ludel llegan dispuestos a continuar su juego fantástico de tiempo y lugar. Todo es envuelto por lo desconocido. A los angustiosos lamentos de los protagonistas se suman ahora las voces del coro mientras Agor y Ludel se burlan. Poco a poco los lamentos se transforman en risas alucinantes y un extraño sentimiento de piedad se apodera de Agor y Ludel cuyas risas van convirtiéndose en lamentos. Luego de esta escena apocalíptica todo se esfuma.
Tan sólo se escucha ahora un misterioso canto de niños que presiente el futuro, el anhelado reencuentro de la Humanidad.
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MARIO PERUSSO
Nació en Buenos Aires el 16 de septiembre de 1936. Cursó estudios de armonía, contrapunto y composición con el maestro Cayetano Marcolli. En 1956 fue premiado por la entonces Dirección Nacional de Cultura del Ministerio de la Nación por sus Tres Movimientos Sinfónicos, para orquesta de cámara.
En mayo de 1964, en un concierto de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires con dirección de Teodoro Fuchs, se conoce en el Teatro Colón Elegía, otra de sus obras sinfónicas. Estrena en 1965, Cantos de Guerra para soprano y orquesta en uno de los conciertos de la Orquesta de LRA Radio Nacional.
En el transcurso de la misma temporada ingresó como maestro interno al Teatro Argentino, de La Plata. De esa época data la iniciación de su ópera La Voz del Silencio, de la cual diera a conocer algunos fragmentos, hacia fines de 1966.
El Centro de Altos Estudios Musicales del Instituto Torcuato Di Tella le concedió una beca para el bienio 1967/1968. Allí estudió con los profesores: Alberto Ginastera, Luigi Nono, Cristóbal Halffter, Roman Haubenstock-Ramati,(composición), Vladimiro Ussachevsky, Von Reichenbach y Francisco Kröpfl (electrónica), Adolfo Stagno (intrumentología) y Gerardo Gandini y Pola Suárez Urtubey (análisis y estética). En ese período da a conocer Partita, para violoncello solo, Invención, para cuarteto de cuerdas y La Eternidad y el Viento, para orquesta.
En 1967 Mario Perusso una nueva etapa como director de orquesta. En el Teatro Argentino, de La Plata, dirigió “Amella el Bello”, de Menotti, y al año siguiente “Gianno Schicchi”, de Puccini y los ballets “Bolero”, “Suite en Blanc”, “Capricho Español” y el estreno de “Respa”, de Colabella-Truyol. En la presente temporada ha dirigido “Manon Lescaut” y “Madama Butterfly” y el ballet “Concerto”, con música de Prokofiev.
Su labor como director de orquesta lo ha vinculado también a otros organismos orquestarles de la Argentina, a la Orquesta Sinfónica de Tucumán, con la cual ha ofrecido conciertos y espectáculos líricos y coreográficos en el Teatro San Martín de esa ciudad. Ha actuado también en Bahía Blanca, donde tuvo a su cargo espectáculos de ópera y de ballet con la Orquesta Sinfónica local y elementos del Teatro Argentino de La Plata.
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REPARTO
La Mujer SUSANA ROUCO
El Hombre ANGEL MATTIELLO
El Joven BRUNO TONASELLI
La Desconocida NELLY ROMANELLA
Agor WALTER MADDALENA
Ludel NINO FALZETTI
Contestari VICTOR DE NARKE
El Visitante RICARDO CATENA
Director de Orquesta ANTONIO TAURIELLO
Director del Coro VALDO SCIAMARELLA
ORQUESTA Y CORO ESTABLES DEL TEATRO COLON
( 23 DE NOVIEMBRE DE 1969)
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Ópera en un acto y diez escenas.
Libreto de Leónidas Barrera Oro y música de Mario Perusso.
LA VOZ DEL SILENCIO
El compositor Mario Perusso se manifiesta como ferviente admirador del teatro lírico. Esta singular experiencia se remonta a los años transcurridos como integrante del coro de niños del Teatro Colón. Sus actividades lo han llevado últimamente a la dirección de óperas y como creador se ha consagrado desde 1965 a la realización musical de La Voz del Silencio, ópera escrita sobre la base de un libreto preparado especialmente por Leónidas Barrera Oro, obra que el Teatro Colón presentó en calidad de estreno absoluto el 23 de Noviembre de 1969. Se trata de un acto único donde se suceden, sin interrupción, diez escenas a través de contrastes y oposiciones de dramáticas secuencias. El libro expone distintas situaciones que ocurren simultáneamente en planos de lugar y tiempo diferentes. Existe un juego de tiempo-espacio (en la obra no se especifica lugar de acción ni época alguna) y las situaciones dramáticas alternan entre lo real y lo irreal, desarrollándose en algunos momentos tan sólo en la mente de los personajes.
El propio compositor nos adelanta que “Existen un Hombre y una Mujer, una Desconocida, un Joven, Contestari, personaje enigmático, un Visitante, y dos figuras fantásticas y absurdas : Agor ( mal metafísico) y Ludel ( mal cotidiano), los únicos que responden a un nombre determinado. Es el hombre mismo y su lucha para salvarse, para rescatarse del caos; es cualquier hombre, cada hombre, cada grupo de hombres, hasta comprender la Humanidad entera. De esta cierta aleatoriedad, dada por el libreto, cada espectador podrá inclusive sacar sus propias conclusiones”
EL LIBRETO
Leónidas Barrera Oro nació en Buenos Aires en 1932. En 1965 inició la redacción del libreto para la ópera La Voz del silencio, destinado al compositor Mario Perusso con quien ha trabajado desde entonces en estrecha y constante colaboración. Refiriéndose a los conceptos generales que alientan en éste su primer trabajo concebido para la escena lírica dice: “ En esta obra tratamos de reflejar el drama del ser humano ante una catástrofe universal, poniendo de manifiesto que por más trágicos que sean los acontecimientos, al final predominará esa esencia singular. El mañana es de esperanza. Los personajes deben actuar en el espectador como figuras de identificación. Hay una idea de caos, una idea de cierta fatalidad de todo destino humano, una o dos acerca de la impotencia de la significación de la palabra y el poder que tiene a pesar de eso, de crear una corriente subterránea de impresiones, de analogías o de correspondencias”.
“Las distintas escenas de la obra serán para el oyente como láminas de un “test” proyectivo, cuyo contenido cada uno deberá completar.
El Hombre, la Mujer, el Joven, la Desconocida, son víctimas y testigos más que actores de los acontecimientos que les suceden. Agor, Ludel y el Visitante son personajes enigmáticos, pero fácilmente identificables. Contestari es el visionario, el que sabe que a un período de caos y oscuridad sigue otro de renacimiento”.
“La obra trata de revelar el mundo de las pesadillas y los sueños sin dejar de lado la esencia, el sentido. Existe un concepto general metafísico, que se pone de manifiesto en el coro final de la esperanza que se refiere a los ríos de agua de vida, anunciado por las Escrituras”.
LA MÚSICA
Mario Perusso ha encarado la partitura para La voz del Silencio partiendo de un punto básico de esencia netamente dramática y teatral. La estructura de la acción con prescindencia de toda forma tradicional. El compositor crea secuencias musicales que se relacionan directamente con las escenas o situaciones de la obra. Cada una de ellas está vinculada entre sí por cadencias combinadas, es decir cadencias realizadas por distintos instrumentos simultáneamente. El músico las utiliza en reemplazo de los recitativos. No se puede hablar de tal o cual procedimiento determinado ya que Perusso emplea técnicas diversas. En algunos momentos logra efectos semejantes a los obtenidos en los dominios de la música electrónica pero siempre por medio del coro o de la orquesta. Tampoco existe ningún tipo de organización serial. El lenguaje es atonal libre, donde prevalece el total cromático y la multiplicidad de líneas, bandas de frecuencias combinadas, muy controladas, y columnas sonoras móviles y estáticas, todo esto en elaborada micropolifonía. La escritura es tradicional con elementos de aleatoriedad y grafismos propios de los nuevos recursos sonoros. Se observan, además, recursos propios del gregoriano, y procedimientos polifónicos tales como el cánon y el “fugato”.
Asimismo maneja ciertos motivos conductores, generalmente para dar color ambiental a determinados efectos y situaciones. En la partitura existe una gran libertad rítmica, particularmente en el tratamiento de los momentos corales. En el aspecto vocal, Perusso utiliza todas las posibilidades expresivas desde el canto normal, muy predominante, hasta los efectos más variados tales como gritos, murmullos, silbidos, etc.
La orquesta está integrada por tres flautas ( dos piccoli y una flauta contralto), tres oboes (un corno inglés y un oboe d’amore), tres clarinetes ( un clarinete piccolo en mi bemol), un clarinete bajo, tres fagotes, cuatro trompas, cuatro trompetas, cuatro trombones, timbales, numerosa percusión integrada por vibráfono, xilófono, celesta, glockenspiel, marimba, accesorios y doce campanas, y la cuerda completa, casi siempre muy dividida.
La orquesta crea constantemente la atmósfera que surge de las situaciones escénicas, dialoga con los personajes, sostiene generalmente su discurso, oponiéndose a veces a cuanto sucede en el escenario, es decir que subraya o sugiere una especie de “ juego de la verdad” en contraposición con las secuencias escénicas, de tal forma que si los personajes mienten la orquesta responde en el sentido auténtico de la situación, en un constante despliegue de contrastes y oposiciones.
JUAN ANDRES SALA
ARGUMENTO
Una mujer y un hombre dialogan. El terrible flagelo del hambre ha sumido a toda una comarca en un caos devastador. El pueblo, degradado en su ser, en su espíritu y en su cuerpo, se ve transformado y disminuido. La mujer espera un hijo cuyo futuro tortura su mente.
El Hombre y la Mujer son buscados por el Joven quien al encontrarlos allí les revela su desesperación y la del pueblo sublevado por infinita angustia.
Cuenta como un padre, enceguecido por el hambre, buscaba a tientas a sus hijos, agregando, asimismo, que quien oculte alimentos será castigado con pena de muerte...En la mente del Hombre ( paréntesis de tiempo y espacio) se produce una visión de espanto.
Aparecen Agor y Ludel, dos personajes fantásticos y absurdos. Sus sentimientos negativos o malignos juegan indiferentemente con las situaciones. Anuncian males y desdichas y presagian el futuro.
Estos inquietantes personajes desaparecen y la acción vuelve al plano de la realidad. La Mujer está decidida a alejarse: “Partiré hacia la soledad...Pasaré el día, también la noche...todo será triste y silencioso”. Sorpresivamente entra la Desconocida, sumamente nerviosa y agitada. El Hombre y la Mujer, en actitud de sospecha y crueldad, la interrogan anhelantes y al descubrir que oculta algunos alimentos se los arrebatan bruscamente saciando a medias el hambre atroz que los acosa. El Hombre y la mujer se alejan advirtiendo antes al Joven que se ocupe de la Desconocida: “Encárgate de ella. Que no nos siga”.
Un sentimiento de piedad y de simpatía recíproca acerca a los jóvenes. El encuentro y la soledad de la noche se convierten pronto en amor, aislándolos por un momento de la alucinante atmósfera que los agobia. El Joven y la Desconocida se confunden en apasionado abrazo.
Sarcásticas carcajadas de Agor y Ludel frustran el éxtasis amoroso. A ellas se suman el eco de la muchedumbre hambrienta que se ha sublevado por la desesperación.
El pánico y el dolor invaden el lugar. Agor y Ludel, desde lo alto, observan la escena mientras comen. Poco a poco renace la calma. Entre el bullicio y la confusión el Joven desaparece. La Desconocida queda sola.
Llega el Visitante, un extraño personaje, que interroga a la Desconocida inquiriendo el motivo de su presencia en aquél lugar. La joven intenta huir pero el Visitante le cierra el paso diciéndole que debe acompañarlo... Reaparecen Agor y Ludel y continúan el interrumpido diálogo: “Escuchad la antigua voz... Fue fundida hace mil años. La hiedra la cubre, y en la noche invernal pareció que su sombra caminaba...”
La Mujer y el Hombre, ayudados por Contestari -un personaje enigmático- han decidido abandonar la región. Contestari les dice que antes es necesario cruzar las fronteras interiores de las propias mentes...”Si no cambiamos dentro de nosotros mismos nada cambiará... Es inútil huir...” La Mujer atormentada por el incierto mañana de su hijo, exhorta al Hombre a la huída.
Luego de desesperada marcha, de extensa e infructuosa carrera, el Hombre y la Mujer caen extenuados en el lugar, de donde no se han movido.
La muchedumbre invade la escena, disponiéndose como un gran tribunal. El Hombre y la Mujer son acusados y procesados por querer huir. Sólo Contestari se atreve a intentar su defensa, pero su actitud es interrumpida con demostraciones hostiles. La Mujer, en un gesto de rebeldía, increpa duramente al tribunal que la escucha entre sorprendido e indiferente. Todos son condenados.
Agor y Ludel llegan dispuestos a continuar su juego fantástico de tiempo y lugar. Todo es envuelto por lo desconocido. A los angustiosos lamentos de los protagonistas se suman ahora las voces del coro mientras Agor y Ludel se burlan. Poco a poco los lamentos se transforman en risas alucinantes y un extraño sentimiento de piedad se apodera de Agor y Ludel cuyas risas van convirtiéndose en lamentos. Luego de esta escena apocalíptica todo se esfuma.
Tan sólo se escucha ahora un misterioso canto de niños que presiente el futuro, el anhelado reencuentro de la Humanidad.
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MARIO PERUSSO
Nació en Buenos Aires el 16 de septiembre de 1936. Cursó estudios de armonía, contrapunto y composición con el maestro Cayetano Marcolli. En 1956 fue premiado por la entonces Dirección Nacional de Cultura del Ministerio de la Nación por sus Tres Movimientos Sinfónicos, para orquesta de cámara.
En mayo de 1964, en un concierto de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires con dirección de Teodoro Fuchs, se conoce en el Teatro Colón Elegía, otra de sus obras sinfónicas. Estrena en 1965, Cantos de Guerra para soprano y orquesta en uno de los conciertos de la Orquesta de LRA Radio Nacional.
En el transcurso de la misma temporada ingresó como maestro interno al Teatro Argentino, de La Plata. De esa época data la iniciación de su ópera La Voz del Silencio, de la cual diera a conocer algunos fragmentos, hacia fines de 1966.
El Centro de Altos Estudios Musicales del Instituto Torcuato Di Tella le concedió una beca para el bienio 1967/1968. Allí estudió con los profesores: Alberto Ginastera, Luigi Nono, Cristóbal Halffter, Roman Haubenstock-Ramati,(composición), Vladimiro Ussachevsky, Von Reichenbach y Francisco Kröpfl (electrónica), Adolfo Stagno (intrumentología) y Gerardo Gandini y Pola Suárez Urtubey (análisis y estética). En ese período da a conocer Partita, para violoncello solo, Invención, para cuarteto de cuerdas y La Eternidad y el Viento, para orquesta.
En 1967 Mario Perusso una nueva etapa como director de orquesta. En el Teatro Argentino, de La Plata, dirigió “Amella el Bello”, de Menotti, y al año siguiente “Gianno Schicchi”, de Puccini y los ballets “Bolero”, “Suite en Blanc”, “Capricho Español” y el estreno de “Respa”, de Colabella-Truyol. En la presente temporada ha dirigido “Manon Lescaut” y “Madama Butterfly” y el ballet “Concerto”, con música de Prokofiev.
Su labor como director de orquesta lo ha vinculado también a otros organismos orquestarles de la Argentina, a la Orquesta Sinfónica de Tucumán, con la cual ha ofrecido conciertos y espectáculos líricos y coreográficos en el Teatro San Martín de esa ciudad. Ha actuado también en Bahía Blanca, donde tuvo a su cargo espectáculos de ópera y de ballet con la Orquesta Sinfónica local y elementos del Teatro Argentino de La Plata.
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REPARTO
La Mujer SUSANA ROUCO
El Hombre ANGEL MATTIELLO
El Joven BRUNO TONASELLI
La Desconocida NELLY ROMANELLA
Agor WALTER MADDALENA
Ludel NINO FALZETTI
Contestari VICTOR DE NARKE
El Visitante RICARDO CATENA
Director de Orquesta ANTONIO TAURIELLO
Director del Coro VALDO SCIAMARELLA
ORQUESTA Y CORO ESTABLES DEL TEATRO COLON
( 23 DE NOVIEMBRE DE 1969)
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